Indianápolis, 30 de mayo de 1982

Johnny Rives (*) / Sport Auto – Mayo 2016

Jordon Johncock (Wildcat) arrebataba la victoria a Rick Mears (Penske) por tan solo… ¡dieciséis minúsculas centésimas de segundo!  

Habiéndose adjudicado la pole position a 335 km/h de media, el «joven» Rick Mears (36 años) había epatado a más de uno. Pero en la salida de las 500 Millas de 1982, el numerosísimo público de Indianápolis conservaba una clara preferencia por sus antiguas glorias: A.J. Foyt, en prioridad, pero también Johnny Rutherford, Gordon Johncock o Al Unser, entre otros. El disparate cometido en la salida por otro de los jóvenes, Kevin Cogan, no hacía más que reforzar esa tendencia.

Gordon Johncock al volante del Wildcat PR8B
Gordon Johncock al volante del Wildcat PR8B

Cogan había perdido el control de su monoplaza durante las vueltas de formación, golpeando torpemente al mismísimo Foyt. El caos fue de tal magnitud que la carrera tuvo que interrumpirse incluso antes de haber comenzado. Esto concedió a los mecánicos de Foyt el tiempo suficiente para enderezar su suspensión izquierda dañada, lo que permitió al viejo «A.J.» incorporarse sin el menor retraso a la segunda (y verdadera) salida.

Aunque su March se mostraba algo más delicado de conducir, Foyt se colocó de entrada en cabeza, con la intención muy clara de conseguir una nueva victoria en esta carrera mítica, la que podía ser su quinta.

Para conseguirla, necesitaría resistir la presión de algunos furiosos luchadores lanzados en su persecución. Los más incisivos eran con toda evidencia Rick Mears, el hombre de la pole, Gordon Johncock y Tom Sneva. A pesar de todos sus esfuerzos, Foyt no llegaría a obtenerla.

La carrera se había lanzado a un ritmo endiablado y, como de costumbre, la vertiginosa carrera era frecuentemente interrumpida por la intervención del pace car. Tony Bettenhausen y después Danny Ongais, muy a su pesar, originaron unos instantes de respiro como consecuencia de haberse golpeado contra el muro.

Foyt, problemas con la caja de cambios

La segunda neutralización, en la vuelta 63ª de las 200, marcó el comienzo del fin de las esperanzas de Foyt. Al encontrase peor colocado que sus rivales directos cuando apareció de nuevo la luz verde en pista, ya que Mears, Sneva y Johncock se habían apresurado a colocarse en cabeza, A.J. tenía que deshacerse del pelotón en el que se encontraba atascado a causa de un repostaje más lento que el de sus competidores.

Repostaje para el Penske C10 de Rick Mears
Repostaje para el Penske C10 de Rick Mears

Cuando consiguió desembarazarse de Rutherford y Al Unser, se encontraba a 22 segundos del trío de cabeza comandado por el ambicioso Rick Mears. Pero esto no duraría mucho. A partir de vuelta 98ª, o sea muy cerca de la mitad de la carrera, enlazó una serie de paradas en su taller para solucionar sus problemas con la caja de cambios. Esto ponía fin a sus esperanzas…

Los accidentes de sucedían con regularidad. Whittington y Parsons se unían a la lista cerca de la vuelta 150ª

Con la llegada cada vez más próxima, la tensión no cesaba de aumentar en la cabeza de la carrera. Sneva conseguía suplantar a Mears para dirigir las operaciones, mientras que Pancho Carter se colocaba justo en la estela de Johncock. Con toda evidencia, parecía que el asunto iba a dirimirse entre ellos cuatro.

Johncock parecía el peor colocado de aquel cuarteto, habiéndose visto incluso superado por Carter. Pero todo pareció ponerse a su favor con ocasión de la quinta neutralización de la carrera tras el accidente de Danny Sullivan en la vuelta 153ª.

Cuando todos se dirigieron a sus talleres, Johncock no iba a contentarse con un pleno de combustible y cuatro neumáticos nuevos. Contactando por radio con sus mecánicos, les había pedido reajustar su alerón delantero. Una decisión arriesgada. La operación no les llevó más que once segundos, por lo que se mantuvo en contacto con los hombres de cabeza. Al encenderse de nuevo la luz verde, constató una sustancial mejora en la estabilidad de su monoplaza ¡Podía luchar por la victoria!

Decidido a jugar sus posibilidades al límite, situó su Wildcat azul y rojo por delante de Mears desde el arranque. Con él en cabeza, el ritmo subió aún más. Carter se descolgó del grupo, después fue Sneva el que se quedaba rezagado. En consecuencia, la victoria iba a jugarse pues entre Gordon Johncock y Rick Mears, el antiguo y el moderno…

El error de Mears

Rick Mears iba reduciendo vuelta a vuelta su desventaja con respecto a Johncock
Rick Mears iba reduciendo vuelta a vuelta su desventaja con respecto a Johncock

El último repostaje tuvo lugar bajo luz verde en pista, por lo que la carrera podía decidirse ahí. Y allí, víctima de su fogosidad, Rick Mears cometió un error inesperado tocando ligeramente al Eagle de Herm Johnson que entraba al mismo tiempo que él en la zona de talleres. Los mecánicos revisaron velozmente su Penske durante una parada que se prolongó 20 segundos. Mears se reincorporó con ardor a la carrera.

Tres vueltas más tarde, era Johncock el que repostaba. Tiempo: 15 segundos. Cuando volvió a pista, el crono señalaba una diferencia de 12 segundos entre el Wildcat de cabeza y el Penske y solo quedaban… ¡doce vueltas por disputar!

Desesperadamente Mears se lanzó a la persecución, consiguiendo ir reducir su desventaja con respecto a Johncock en un segundo en cada paso por meta ¡La cuenta era buena!

Mears alcanzó a Johncock en la línea de cronometraje en el mismo momento en el que se agitaba la bandera blanca en pista… ¡no quedaba más que una vuelta!

La aspiración en la estela de Johncock le permitió colocar su Penske a la altura del Wildcat a la entrada de la primera curva en la 200ª y última vuelta de esta fantástica carrera… ¡El público estaba en trance!

¿Estaba sorprendido Johncock por la maniobra de su joven rival? Habría sido un error conocerle más. Con Foyt o Rutherford a su izquierda, puede que hubiera mirado dos veces, pero con un «novato» no se le planteó ninguna duda. Tomando el vértice habitual, inclinó la trayectoria de su Wildcat para seguir la trazada ideal.

Sorprendido, Mears tuvo un ligero sobresalto, dio un golpe seco de volante para ceñirse desesperadamente al interior de la curva cortando gas. Error que intentó corregir al instante, acelerando a fondo, pero demasiado tarde; Johncock había conseguido mantener su posición.

¡¡¡16 centésimas de segundo!!! separaban a Johncock de Mears en su paso por meta
¡¡¡16 centésimas de segundo!!! separaban a Johncock de Mears en su paso por meta

Completaron la curva en ese orden y alcanzaron la cuarta curva con Johncock en cabeza y Mears pegado a sus ruedas traseras.

El público, delirante, lanzó un enorme clamor que cubrió el ruido de los motores. Mears reeditó su tentativa de adelantamiento, pero ya era demasiado tarde; en el paso por meta, Johncock tenía un capot de ventaja y triunfaba por… ¡dieciséis centésimas de segundo!

A sus 46 años, «Gordy» como le llamaban familiarmente sus fans, firmaba su 22ª victoria desde 1965. Su segunda Indy 500, después de la obtenida en 1973. Silueta rechoncha, cabellos grises, disfrutaba con tranquilidad de su fantástico triunfo, no decidiéndose a sonreír más que ante la jovial pero firme petición de su patrón, Pat Patrick.

1982-Indy-Johncock - copia

Clasificación final

  1. Gordon Johncock (Wildcat PR8B-Ford Cosworth) – 200 vueltas / 805 km en 3h05’09»14 (260,755 km/h)
  2. Rick Mears (Penske C10-Ford Cosworth) – a »16
  3. Pancho Carter (March 82C-Ford Cosworth) – a una vuelta.
  4. Tom Sneva (March 82C-Ford Cosworth) – a tres vueltas.
  5. Al Unser (Longhorn LR03-Ford Cosworth) – a tres vueltas.

 (*) Johnny Rives trabajó en la rúbrica “auto” de L’Equipe de 1960 a 1996, en Sport-Auto de 1973 a 1980 y en la TF1 (Televisión francesa) de 1993 a 1996.

(Traducción de Santiago Criado)

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