Las Vegas, 17 de octubre de 1981

Johnny Rives (*) / Sport Auto – Diciembre 2010

En la espera de conocer cuál de los pilotos Mercedes, Lewis Hamilton o Nico Rosberg, se alza finalmente con el título de campeón 2015, recuperamos el recuerdo de 1981. Por entonces tres pilotos se disputaban el título en la última carrera: Nelson Piquet lo obtuvo en detrimento de Carlos Reutemann y de Jacques Laffite por una diferencia de… ¡dos segundos!

Nelson Piquet sufrió mucho a lo largo de la carrera. Finalmente, tras un ligero desvanecimiento al descender de su Brabham, conseguía su primer campeonato del mundo en la F1.

Antes de esta carrera, no eran amigos del todo, incluso se detestaban cordialmente. Si Alan Jones no dejaba traslucir nada, Nelson Piquet había manifestado en varias ocasiones sus diferencias con respecto al australiano. En el gran premio de Canadá 1980, mientras ambos libraban un apretado duelo por el título de campeón del mundo, Piquet consideraba a Jones responsable de una colisión de la que había sido la principal víctima: “Tenía todo el espacio y me cerró sin razón ya que la curva siguiente estaba en el mismo lado de la pista donde se encontraba…”. El asunto tomó un giro más dramático en Zolder, en la primavera de 1981. Se produjo una colisión entre ambos. De vuelta en su taller, el brasileño explotó de rabia: “¡Esto ya es demasiado –gritaba furioso- esta vez voy a matarlo!”. Sin embargo, en el podio de Las Vegas, Nelson Piquet caía llorando de emoción en brazos de su enemigo declarado: Alan Jones acababa de ganar la última carrera de la temporada, mientras que Piquet conquistaba su primer título de campeón del mundo. Un triunfo que bien merecía un abrazo de reconciliación. Aunque, si bien se acababa de proclamar campeón del mundo 1981, Piquet no lo había conseguido más que gracias a una ínfima fracción de tiempo: ¡dos segundos!

Antes del gran premio de Las Vegas eran tres en la disputa del título: Carlos Reutemann, Jacques Laffite y el mismo Piquet. Laffite acababa de unirse al dúo sudamericano al imponerse en el gran premio de Canadá, celebrado sobre una pista anegada por el agua.

Gymkhana para un título

Esta no era la primera vez en la que el título iba a disputarse en la última prueba de la temporada. La historia recuerda algunos sprints célebres: Stirling Moss batido in extremis por Hawthorn en 1958, a pesar de su victoria en el gran premio de Marruecos. John Surtees superando por un punto a Graham Hill en 1964, después de clasificarse segundo en México (victoria para Gurney), mientras que el pobre Hill era eliminado por una colisión con Bandini. O también a Hunt arrebatando la corona a Lauda en 1976 a consecuencia de un G.P. de Japón inaudito, cuando Niki, recuperado milagrosamente de su terrible accidente en Nürburgring, renunció a continuar en la pista de Mont Fuji a causa de una lluvia diluviana.

Llegando a Las Vegas como líder provisional del campeonato y partiendo desde la «pole», Reutemann parecía el más firme candidato al título. Tras la disputa del primer cuarto de carrera, se veía superado por Piquet y sus posibilidades de conseguirlo se le escapaban.

Se podía esperar cualquier cosa en este final de temporada 1981. La prueba decisiva iba a disputarse en un circuito caricaturesco. Estaba trazado en el parking del hotel Caesar’s Palace de las Vegas, un cuadrilátero de, aproximadamente, ¡quinientos metros de lado! Una explanada tan exigua dio lugar a un trazado excesivamente sinuoso que incluso algunos llegaron a calificar de “gymkhana”.

Los entrenamientos libres organizados la víspera de los primeros oficiales estuvieron lejos de acallar las voces de los más críticos. Se contabilizaron no menos de ¡17 trompos! Felizmente, las cosas volvieron a su sitio de una forma aceptable: al término de las cuatro sesiones de entrenamientos oficiales, Reutemann se alzó con la “pole position”.

El desarrollo de la carrera se presentaba de acuerdo a las normas habituales. El bello argentino era el claro favorito ya que, aparte de obtener el mejor tiempo en las calificaciones, ocupaba la cabeza del campeonato; aunque fuera por escaso margen: un solo punto de ventaja sobre Piquet y seis sobre Laffite. Para asegurarse el campeonato no había más que una opción: triunfar en Las Vegas. Esta condición necesaria, no era suficiente, pues obteniendo cuatro puntos (3ª plaza), Reutemann (2º) lo habría superado también (55 a 52). Piquet ganaría si terminaba 2º por delante del argentino (54 a 53). A pesar de la ventaja teórica de la que se beneficiaba, Reutemann mantenía una prudente reserva, no descartaba que se produjeran las circunstancias más inesperadas. Aludiendo a las salas de juego del Caesar’s Palace, anfitrión de esta carrera, manifestaba: “Puede que todo se desarrolle como en la ruleta a causa de la falta de visibilidad producida por los muros que circundan la pista, la arena que el menor golpe de viento coloca en cualquier lugar… Será imposible cubrir la distancia sin cometer alguna falta”. Mientras tanto, Laffite disimulaba su tensión tras una aparente indiferencia. Por el contrario, Piquet no ocultaba su inquietud: sufría de las vértebras cervicales y temía la tensión que su cuello debía soportar.

Piquet creyó morirse

A pesar de su “pole”, la situación de Reutemann no era nada confortable. Se enfrentó a los responsables de su equipo (Frank Williams y el ingeniero Patrick Head) ya en la segunda carrera de la temporada (Brasil). Desde la salida, sobre una pista muy mojada, comandaba la carrera y rehusó aceptar la orden de dejarse adelantar por Alan Jones, su compañero de equipo, que le seguía desde el principio de la prueba. Nadie apostaba por sus posibilidades de seguir en Williams en 1982 si Jones no hubiera anunciado su retirada de los grandes premios…

A pesar de partir desde la "pole", Carlos Reutemann pierde rápidamente terreno y pasa en la quinta posición al finalizar la primera vuelta de una carrera que lidera su compañero de equipo Alan Jones.
A pesar de partir desde la «pole», Carlos Reutemann pierde rápidamente terreno y pasa en la quinta posición al finalizar la primera vuelta de una carrera que lidera su compañero de equipo Alan Jones.

En Las Vegas, sus posibilidades se vieron pronto condicionadas por los problemas registrados en su cambio de marchas. En un circuito como éste, no había ninguna esperanza. Fue entonces cuando Alan Jones se lanzó a una magnífica cabalgada en solitario. Del resto de candidatos al título, Laffite mostraba cierta ventaja, aunque la quinta posición que ocupaba al comienzo de la carrera no le era suficiente.  Su tenacidad le permitió ascender hasta la segunda posición, gracias a los numerosos cambios de neumáticos registrados. Desgraciadamente, también tuvo que parar a cambiar los suyos, pero demasiado tarde, lo que le supuso caer a las profundidades de la clasificación: “Me encontraba terriblemente mal, la carrera estaba perdida ¡Me entraron ganas de tirar todo a la basura!”, confesaría posteriormente. Mientras tanto, Piquet tampoco brillaba. Prost, Mansell, Giacomelli le rebasaron; se sentía al borde del agotamiento. “Cuando con el panel me informaron desde el taller del número de vueltas que me restaban por completar y leí ¡33 vueltas!, yo, que creía estar ya muy cerca del final, creí morirme…”

Poco a poco, Laffite fue remontando plazas. Watson rodaba delante de él, y por delante del irlandés divisó el Brabham de Piquet, lo que le estimuló. Con título en juego o no, quería batir a Piquet. “Jacquot” se lanzó a un desesperado sprint, consiguió rebasar al irlandés gracias a un audaz ataque en la última curva. Desencadenados, ambos aceleraron como locos con la esperanza de comerse al brasileño, entonces ya a la deriva, antes de la llegada. Pero resultó imposible. Laffite quedó a 1”7 y Watson a dos segundos de Piquet. Uno sexto y el otro séptimo. Sin aquellos dos desgraciados segundos, Piquet se hubiera clasificado séptimo y no se habría proclamado campeón del mundo. Así se comprende mejor su desfallecimiento cuando, en el podio, vencido por el agotamiento y la emoción, cayó desvanecido en los brazos de su viejo enemigo… Alan Jones.

Alan Jones obtenía su 12ª victoria en un gran premio, aunque esta sería la última, así como su último podio, en la F1. La tercera plaza de Bruno Giacomelli supondría el único podio en su carrera y Alain Prost... pronto escribiría una de las páginas más brillantes en la historia de la F1.
Alan Jones obtenía su 12ª victoria en un gran premio, aunque esta sería la última, así como su último podio, en la F1. La tercera plaza de Bruno Giacomelli supondría el único podio en su carrera y Alain Prost… pronto escribiría una de las páginas más brillantes en la historia de la F1.

Clasificación:

1º Alan Jones (Williams FW07D-Cosworth)

2º Alain Prost (Renault RE30) a 20”048

3º Bruno Giacomelli (Alfa Romeo 179C) a 20”428

4º Nigel Mansell (Lotus-Ford 87) a 47”473

5º Nelson Piquet (Brabham-Ford BT49C) a 1’16”438

6º Jacques Laffite (Ligier-Matra JS17) a 1’18”175

 

 

 

 

 

(*) Johnny Rives trabajó en la rúbrica “auto” de L’Equipe de 1960 a 1996, en Sport-Auto de 1973 a 1980 y en la TF1 (Televisión francesa) de 1993 a 1996.

(Traducción de Santiago Criado)

Translate »