(Extractos tomados de Sport Auto)
1980 – WALTER RÖHRL – Rallye de Portugal
En Portugal 1980, Walter Röhrl encabezaba la clasificación general. Pero no estaba muy cómodo: “Mi problema es Markku (Alen) ¡Va muy rápido y me obliga a arriesgar! Resulta ridículo, estando ambos en cabeza y pilotando para el mismo equipo (Fiat), a este ritmo corremos el riesgo de no terminar la prueba.”
Ya que el equipo no conseguía encauzar esta rivalidad, el gran Walter decidió arreglar el asunto a su manera. La especial de Arganil, con sus 42 kilómetros de pistas sin asfaltar y particularmente delicadas, ejercería de juez de paz entre ambos. La niebla, muy espesa, aumentaba su dificultad. El alemán, que siempre adoró las situaciones extremas, decidió asumir todos los riesgos y forzar al límite confiando únicamente en sus notas y en su talento. Firmó el mejor tiempo, ¡pero no por poco! Waldegard, segundo, llegó a 3’ 48’’ ¡ Markku Alen entró a 4’ 40’’ ! rindiéndose por K.O. ante el alemán. Aquel día, en Arganil, Walter Röhrl entró en la leyenda.
1980 – JEAN RONDEAU – 24 Horas de Le Mans
Es la vieja historia de la constancia. Jean Rondeau es uno de esos hombres que creen que la fe puede mover montañas. Por quinta vez este pequeño artesano “sarthois” (originario de la región en la que se ubica el circuito de la Sarthe, que toma el nombre de Le Mans, por el que es conocido mundialmente, por la población de la que encuentra más próximo) parte al asalto de Porsche. Aunque los Porsche oficiales no están presentes, se encuentran el Porsche-Martini de Jacky Ickx, los Porsche-Kremer y los Porsche-Loos.
Transcurrida toda la noche, el Rondeau, con su motor Ford Cosworth de 3 litros, pilotado por su piloto-constructor y por Jean-Pierre Jaussaud, se encuentra en cabeza. Jean se encuentra al borde de sus nervios, realiza un trompo y, agotado, cede definitivamente el volante a Jaussaud a tres horas de la llegada. Jaussaud sufre igualmente un trompo y cala su motor. Pulsa el botón de encendido y el motor no responde ¡Pánico en el equipo! Insiste…, y a la tercera tentativa, el motor Ford vuelve a rugir, avanzando hacia la victoria. Aquel día, Jean Rondeau estaba de suerte, aquella que le abandonaría años más tarde, cuando perdió la vida atravesando un paso a nivel de ferrocarril.
1981 – GUILLES VILLENEUVE – Gran Premio de España
Escenario clásico en Ferrari, excelente motor, aunque sin buen chasis. Pero Ferrari tiene a Gilles Villeneuve, séptimo en la parrilla del Jarama, el canadiense arrolla a Prost, rebasa a otros y se encuentra tercero, detrás de Alan Jones y Carlos Reutemann. El argentino se aparta, el australiano se sale de la pista: Gilles está en cabeza.
Carlos Reutemann, Jacques Laffite, John Watson y Elio de Angelis se colocan tras sus ruedas, esperando un error, pendientes de cualquier hueco… El Ferrari entra al límite en cada curva, agonizando en cada frenada. Reutemann primero, Laffite después, consiguen en varias ocasiones situarse a su altura, pero, en ningún caso, logran rebasarle. En la línea de meta, De Angelis pasa a 1’’ 24 de Villeneuve ¡ consiguiendo la quinta posición en la carrera ! por detrás también de Laffite, Watson y Reutemann. Se trata de la llegada más cerrada la historia de los grandes premios después de Monza 1971.
Villeneuve pilotaba una carretilla con motor, pero para desplazarle de la primera posición se hubiera necesitado dinamita, o… un segundo Villeneuve. Imposible, el canadiense era realmente único.
1982 – MICHELE MOUTON – Rallye de Portugal
Su victoria en el Sanremo 1981 no se le había subido a la cabeza, Michèle Mouton continuaba manteniendo su admiración hacia los pilotos nórdicos: Henri Toivonen, Hannu Mikkola o Björn Waldegaard. En Portugal 82, todos ellos estaban presentes y Michèle intentaría batirlos. Con un punto de orgullo, establece un espectacular crono en la especial de Lousa, disputada de noche y con una niebla cerrada, en la que Mikkola se saldrá de la carretera, mientras que su compañera de equipo firmará un super tiempo, infringiendo una verdadera humillación a Walter Röhrl, al superarle en 40’’. Un auténtico éxito, ya que además de la victoria, obtuvo una enorme satisfacción personal: batir a este prestigioso “rallyman” que nunca se mostró muy galante con ella.
En medio de la espesa niebla, no fueron las cuatro ruedas motrices de su Audi las que marcaron la diferencia, hizo falta, sobre todo, un coraje excepcional.
1984 – AYRTON SENNA – Gran Premio de Mónaco
Nigel Mansell pulverizaba su Lotus en la subida del Casino, Niki Lauda estrellaba su McLaren contra las protecciones… Alain Prost, con McLaren, se mantenía a duras penas como líder. Bajo la tempestad que se abatía sobre Mónaco, un joven reía. ¿Su nombre…? Ayrton Senna, pilotando un pesado Toleman.
Ese año, Ayrton debutante en la F1, iba restando un puñado de segundos a Prost. Jacky Ickx, entonces director de la carrera, decidió parar la carrera cuando Senna estaba a punto de devorar al francés. La decisión era a la vez razonable e injusta. El brasileño vertió sus primeras lágrimas, sin prestar atención a todos aquellos que le decían que un día sería campeón del mundo.
Pero ¿quién se acuerda hoy de Stefan Bellof? Con su Tyrrell, se estaba acercando velozmente a Prost y a Senna cuando la carrera se interrumpió. El alemán nunca sería campeón del mundo.
1985 – ARI VATANEN – Rallye de Montecarlo
Unos segundos después de haber puntuado en la entrada del parque cerrado de Gap. Terry Harryman, copiloto de Ari Vatanen, palidece al darse cuenta de su error. Al presentar su carnet de ruta con 4’ de anticipación sobre el horario oficial, Ari Vatanen recibe ¡8’ de penalización!, y con ello, según creen en ese momento, acaban de perder el Montecarlo.
De su posición de líder, con 3’ 19’’ de ventaja, el finlandés se encuentra ahora a 4’ 41’’ por detrás de Walter Röhrl. Duro, realmente muy duro. A pesar de todo, tras unos momentos de desaliento, Vatanen decide lanzarse de nuevo a la batalla, sabiendo que dispone de dos buenas opciones para ganar: la superioridad de su Peugeot 205 Turbo 16, que se mostraba hasta entonces más eficaz que el Audi Quattro, y su facultad personal de alargar siempre los límites de lo razonable. Vatanen se lanza esa noche a un feroz ataque.
Pilotando a la perfección y beneficiándose de un pequeño error en la elección de neumáticos por parte de Röhrl en el Col Saint Raphaël, a la mañana siguiente, en el puerto de Mónaco, el 205 de Vatanen gana su primer Montecarlo.
1985 – KEKE ROSBERG – Gran Premio de Inglaterra
Los motores turbo lanzaban llamas por sus escapes y tenían más de 1000 caballos. Keke Rosberg amaba esta F1, violenta, salvaje… También amaba los circuitos de hombres y las vueltas de clasificación con el corazón en la zona roja. En Silverstone, estaba encantado. Cinco virajes del todo por el todo, nada de grandes curvas. El circuito británico no conocía aún las chicanes, y el motor Honda iniciaba su reinado. Aprovechando todas estas circunstancias, Keke aprovechó para realizar una vuelta alucinante: 1’ 05”” 591 ¡259,005 km / h de media! La vuelta más rápida en la historia de la F1.
Su compañero de equipo Nigel Mansell, que nunca se caracterizó por rehuir la pelea, estaba a más de un segundo del finlandés. Finalizadas las clasificaciones, Keke bajó de su Williams, se calzó sus Ray-Ban, encendió un cigarrillo y se puso a tomar el sol tranquilamente. Así era el guerrero Rosberg.
1986 – HENRI TOIVONEN – Rallye de Montecarlo
En la asistencia de Peugeot se recibe por radio un mensaje de Jean-Pierre Nicolas: “Estoy en el enlace. Henri Toivonen ha tenido un accidente. Su coche está destrozado. Seguramente abandonará». El equipo francés escucha atentamente esta información. El líder del Montecarlo 86 parece estar a punto de rendirse.
A pesar de un absurdo accidente de carretera, el finlandés va a encontrarse con un golpe de fortuna, gracias a varias circunstancias. A la agilidad de sus mecánicos, que consiguen reparar su Lancia Delta S4 en un tiempo récord, se une también la aptitud del propio piloto. Seriamente herido en una rodilla en el accidente, Henri olvidará sus dolores y realizará un gran esfuerzo.
Durante la última noche, asumirá enormes riesgos y conseguirá sorprendentes cronos. Timo Salonen, con su Peugeot, terminará por capitular. Demasiado rápido, demasiado peligroso. Henri ganará la prueba, exactamente veinte años después que su propio padre, Pauli Toivonen, que también había conseguido ganar la prueba monegasca. Una fecha histórica para los Toivonen.
1990 – ALAIN PROST – Gran Premio de México
Decimotercero en la parrilla de salida. Sería necesario remontarse a 1980, año de su debut en la F1, para encontrar a Alain Prost tan mal situado al comienzo de un gran premio. A pesar de todo, esa mañana sonreía en México. A todo aquel que quería escucharle le decía que iba a ganar la carrera, sin que nadie se atreviera a contradecirle.
Decimotercer tiempo también en el “warm-up”, toma del brazo al ingeniero Mazzola para encerrarse con él durante dos horas. Al salir de la reunión, Prost continúa diciendo que va a ganar la carrera ¡ Y así lo haría !
Por delante de él, doce pilotos: Martin Donnelly, Derek Warwick, Stefano Modena, Satoru Nakajima, Nelson Piquet, Pierluigi Martini, Jean Alesi, Thierry Boutsen, Nigel Mansell, Ayrton Senna, Riccardo Patrese y Gerhard Berger. Doce víctimas, doce derrotados. Los rebasó a todos, uno por uno, esta conseguir la más bella de sus 51 victorias en grandes premios.
Pregunta: ¿Hasta dónde se hubiera tenido que retrasar a Prost en la parrilla ese día para que no lograse la victoria en México?
1990 – CARLOS SAINZ – Rallye de los 1000 Lagos (Finlandia)
A lo largo del Campeonato 1989, la vida no había sido fácil para Carlos Sáinz. Había liderado varios rallyes sin conseguir acabarlos. Se le vio llorar amargamente en el RAC de Inglaterra, cuando tenía ya la victoria en la mano y, una vez más, su mecánica le traicionó.
(Nota del traductor: parecía realmente un anticipo de lo que nueve años después le ocurriría en la misma prueba, cuando, a escasos 500 metros de la meta, el motor de su Toyota Corolla se detuvo y se negó a arrancar de nuevo, perdiendo definitivamente tanto esa carrera como el Campeonato del Mundo. Aún se recuerda a Luis Moya, su copiloto, gritándole angustiado: “¡Trata de arrancarlo, trata de arrancarlo Carlos, trata de arrancarlo, trata de arrancarlo por Dios…!” y su posterior desesperación, estrellando el casco sobre el cristal trasero del Toyota?)
Pero, a pesar de todas sus desgracias, el español no renunció. En 1990, ataca sin descanso y, al fin, saborea la alegría de una primera gran victoria en Grecia. A continuación, se fija otros objetivos entre ellos ganar en el 1000 Lagos. Esto es muy ambicioso, ya que excepción de dos suecos (Stig Blomqvist y Michaël Ericsson) ningún extranjero ha conseguido vencer a los escandinavos en este terreno tan particular.
El español lo conseguirá, al término de una carrera perfecta. Algunos meses después, también ganará el RAC y conseguirá el Campeonato del mundo. Para Sáinz, el año 1990 sería el de sus grandes éxitos.