Derek Bell. Quíntuple vencedor de las 24 Horas de Le Mans
Si bien, tanto en F1 como en Le Mans, debutó con Ferrari y obtuvo la mayoría de sus triunfos con Porsche, ahora, como embajador de Bentley, el «so British» Derek Bell pasea por los circuitos su eterno encanto de adolescente.
¿Cuál es tu primer recuerdo de un automóvil?
Es sencillo: el coche de mi padrastro. Vivíamos en una granja y él circulaba a bordo de un magnífico Jaguar XK150. Recuerdo que, en una ocasión, viajamos hasta el gran premio de Italia en Monza. Yo tenía entonces dieciocho años, y conducía los tractores y los Jeeps ya desde los ocho años. En el trayecto no nos deteníamos más que para comer y dormir. Una mañana, me invitó a conducirlo y rodé a… ¡¡¡210 km/h!!! Aquella fue mi primera experiencia al volante de un coche potente.
¿Cómo te convertiste en piloto?
Con mis amigos de clase, nuestra primera idea fue construir un auto para batir el record del mundo de velocidad sobre tierra, ya que pensamos que resultaría fácil, si bien no teníamos idea alguna de los problemas técnicos que representaba un proyecto como aquel.
Después, fui a un escuela agrícola y allí tenía amigos que corrían. Desgraciadamente, no podía seguirles, ya que en mi familia teníamos tierras, pero no dinero. Entonces, decidí trabajar para ganarlo, con el objetivo de poderme inscribir en la escuela de pilotaje de Jim Russell. Un día, Jim me vio al volante y preguntó quién era yo. Me dijo que tenía un gran futuro ante mí, incluso me garantizó que en menos de un año… ¡sería piloto de fábrica! Salvo que aún no tenía coche que conducir…
¿Cómo conseguiste entonces llegar a los circuitos?
Trabajaba en la granja y, un día, un muchacho de mi edad -John Penfold- vino a visitarnos para vender maquinaria agrícola. Charlando con él, descubrimos que teníamos la misma pasión y me dijo: «¿Porqué no construimos un coche de carreras?». Compramos un Lotus Seven en kit y gané mi primera carrera, en Goodwood, bajo la lluvia en 1964. No pude disputar la última carrera de la temporada porque era demasiado lejos y tenía que trabajar en la granja. De golpe, perdí el campeonato… ¡¡¡por un punto!!! De hecho, tenía el mayor número de puntos, pero había ganado dos carreras el mismo día y el reglamento estipulaba que no podía sumar los puntos más que de una sola ¡Terminé segundo! Así es la vida.
John convenció a mi padrastro para ayudarme y así fue como pudimos comprar un Ford Lotus 31 a piloto local. Yo tenía un motor de Mini y, de esa forma, conseguí ganar la primera carrera a su volante, en Mallory Park. Hice una temporada muy buena; después la siguiente, con otro Lotus con un motor Cosworth, me permitió adquirir mucha experiencia en F3 a través de Europa. Quizá hubiera tenido más éxito si hubiera elegido un Brabham, pero el nombre de Lotus me parecía entonces mucho más romántico.
¿Cómo despego tu carrera?
Después de la F3, pasé a la fórmula 2 y allí, después de dos carreras, recibí una llamada de Ferrari, a través de Shell Gran Bretaña. Me propusieron una jornada de entrenamientos en Monza. Entones fui invitado a Maranello donde conocí al señor Ferrari, lo que fue fantástico. Jamás en mi vida me había imaginado conducir un día para Ferrari. Tenía bastante confianza en mi talento, más habiendo competido contra Jim Clark y Jackie Stewart, que, además de en la F1, corrían en aquella época también en F2, y constataba que me defendía bastante bien, pero de ahí… ¡a imaginarme en Ferrari!
Disputé tres pruebas de F2 para ellos, incluso con dos «pole position». Entonces… ¡me sentaron al volante de un fórmula 1! Fue en Módena, llovía y el señor Ferrari estaba presente. Aparentemente, le impresioné favorablemente y me inscribieron en la «Gold Cup», en Oulton Park, carrera fuera de campeonato. Después disputé mi primer gran premio del campeonato del mundo en Monza con un tercer coche ¡Era absolutamente increíble! Parecía vivir un sueño, tuve que pellizcarme para comprobar que aquello era verdad.
¿En qué idioma hablabas con Enzo Ferrari?
¡En francés! Sabía que él hablaba un poco de inglés, pero jamás lo hizo delante de mí. Yo estudié francés en el colegio y lo había desarrollado a los dieciocho años, trabajando un verano como mozo de playa para un hotel cerca de Saint-Raphaël ¡Una experiencia memorable!
Desafortunadamente, la experiencia con Ferrari no terminó como habías imaginado…
Participé en el gran premio de los Estados Unidos, luego disputé la serie Tasmania para Ferrari. De aquello aún conservo un excelente recuero. Batí a Clark y Amon en Levin. Después, a pesar de estar bajo contrato, no me propusieron nada.
En 1970, Jacques Swaters, dueño de la Ecurie Francorchamps, me llamó para pilotar su Ferrari 512 de resistencia. Corrí en Spa. Después el señor Ferrari me propuso disputar Le Mans con el equipo de fábrica, pero le respondí que no podía, ya que estaba inscrito en otro equipo. Cuando comenté aquella oferta con Swaters, me dijo: «¡Es necesario que corras con el equipo de fábrica!». «¿Porqué?», le respondí, «ellos no han acordado de mí desde hace meses». «¡No puedes negarte a correr para la Scuderia! Si no aceptas, ¡no me facilitarán ningún repuesto para mis coches!». Así fue como participé en mis primeras 24 Horas de Le Mans para la fábrica con Ronnie Peterson.
¿Qué representaban para ti las 24 Horas de Le Mans en aquella época?
En cuanto a piloto, no significaba gran cosa para mí. Por el contrario, conocía muy bien la carrera y me interesaba; Stirling Moss era mi héroe y, en la época en que él corría en Le Mans, yo tenía la oreja pegada a la radio para seguir los comentarios de la carrera. Pero, yo quería correr en fórmula 1 ¡Todo el mundo quería correr en fórmula 1!
¿Cómo te adaptaste a la resistencia en la que se necesita compartir el volante con otro piloto?
Era una forma de carrera diferente, hasta tal punto que no tenía la menor idea de cómo enfocarla. Esperaba que alguno de los miembros del equipo nos guiase un poco; pero no, no nos explicaron ni sus planes, ni lo que esperaban de nosotros. Resultaba extraño, no existía ninguna estrategia de carrera. Realmente, no me encontraba a gusto con aquella situación. Jamás volví a hablar de ello con Ronnie, pero creo que tuvo la misma impresión que yo. Tampoco él tenía experiencia alguna en este tipo de prueba. La carrera terminó con un pistón roto en plena recta de Mulsanne (Nota del redactor: ¡Entended Hunaudières! Los ingleses persisten en bautizarla como «Mulsanne straight»!). Era tan inmaduro en aquella época que no tuve tiempo de apreciar la atmósfera de la carrera. Realmente, me vi superado por los acontecimientos.
Comenzaste entonces una nueva carrera en resistencia…
Sí, incluso a pesar de que continué en la F1 a tiempo completo aún durante dos temporadas y media. En resistencia, me enfrenté a muy grandes pilotos y me di cuenta de que no tenía mucho que envidiarles, lo que de brindó gran confianza. Piloté también para Porsche con los 917, después para Mirage. En prototipos, estaba entre los más rápidos, pero en F1 me encontraba al fondo de la parrilla. No estaba verdaderamente preparado para triunfar en F1. No contaba con suficiente experiencia y no pude gestionar bien mi carrera en ella. Es más, si hubiera continuado en la F1, puede ser que no estuviera ahora aquí recordando mi vida.
¿Cuáles son los coches que más apreciaste en resistencia?
He participado en veintiséis ocasiones en las 24 Horas de Le Mans y he pilotado un gran número de coches diferentes. Hace dos años, cuando participé en la Le Mans Classic, fue una auténtica locura ver… ¡el número de coches que llevaban mi nombre sobre su carrocería!
Mi preferencia va hacia el Porsche 962. Ese es verdaderamente el coche de mi vida. Tuve la ocasión de volver a pilotar uno en la Le Mans Classic y seguía siendo como en su época ¡Me sentí como en la última vuelta de las 24 Horas! Tengo infinidad de recuerdos al volante de ese coche. Muy buenos, como mis victorias en las 24 Horas, y menos buenos también. Un año, en Nürburgring, mi compañero de equipo Stefan Bellof batió el record de vuelta y justo después de salió de pista, cuando liderábamos la carrera con… ¡más de cuatro minutos de ventaja! Yo no estaba muy contento en tanto que jamás había conseguido ganar en esa pista.
¿Cuál es la victoria que más te marcó en Le Mans?
Yo diría que la primera. Pasé cuatro años desarrollando el Mirage para John Wyer. Mi objetivo era ganar esa carrera a su volante y conseguimos la victoria con Jacky (Ickx), con el que tuve la suerte de iniciar en aquella ocasión una magnífica complicidad que se mantuvo durante varios años.
La segunda victoria, en 1981, fue un poco especial también. Desde finales de los 70, no pasaba gran cosa en mi vida; prácticamente había dejado de correr. Tuve entonces la oportunidad de disputar Le Mans con un Porsche 924 Carrera GTS de fábrica. Todo se desarrolló bien y me propusieron correr al año siguiente con un 936 y ganamos… ¡cuando casi estaba ya retirado!
Aquella victoria fue realmente un nuevo inicio de mi carrera, con casi cuarenta años, que me permitió enriquecer mi palmarés con ¡¡¡cuatro victorias suplementarias en Le Mans!!! Esto es lo que recordé a mi hijo Justin, hace seis años, cuando estaba pensando colgar su casco.
¿Resulta difícil la decisión de colgar el casco?
Para mí, resultaba imposible tomar una decisión, pero ya se había convertido en una decisión física realmente. Después de una tercera posición seguida de una sexta en el año siguiente, en 1997, me dije que el momento de parar había llegado.
¿Cómo fue la experiencia de correr con tu hijo en Le Mans?
Compartimos el mismo coche en dos ocasiones en las 24 Horas, pero el mejor recuerdo que conservo es el que del año 95 en el que corrimos con el McLaren ¡Lideramos la carrera durante 16 horas! Fue fantástico, a pesar de las terribles condiciones, ya que llovió sobre el circuito durante más de 16 horas. Subir al podio de Le Mans con tu propio hijo es una sensación única, a pesar de que, en aquel momento, estaba muy decepcionado por no haber ganado. Aquella tercera plaza me hubiera dejado satisfecho si no hubiéramos liderado durante tres cuartas partes la carrera.
Por el contrario, el año en el que pilotamos un Porsche (1992), resultó un auténtico desastre, pero no precisamente por culpa suya.
¿Cuál es tu papel actual en el seno de Bentley?
Desde el año 2000, soy embajador de la marca y… ¡me encanta! Ser un piloto británico y representar a una sociedad como Bentley, en plena expansión, es una magnífica oportunidad.
Al principio, era consultor y me temía que prescindirían de mis servicios antes del 2008; pero, de hecho, me han requerido cada vez más y más. Es una asociación apasionante; a menudo, he conducido los Bentley Tourer que ganaron en Le Mans en los años veinte y eso da una sensación de ser un «Bentley boy» de la época. Es un auténtico honor, pero he de reconocer que es también uno de los coches más difíciles que he llegado a conducir; es completamente diferente de todo lo que había conocido hasta entonces. Felizmente ¡también conduzco a menudo los coches más modernos! De hecho, participo en todas las presentaciones de la marca.
(Comentarios recogidos por Alain Pernot / Sport Auto – Mayo 2014)
(Traducción de Santiago Criado)